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Obituario Hank Rubin (1916-2011)
Necrología de Rubin Hank - mayo 21ro, 1916-02 24ta, 2011 Hank Rubin, el padre de la Revolución de Berkeley y la Alimentación conocido escritor sobre la comida y el vino, murió mientras dormía Jueves, 24 de febrero 2011. Nació en Portland, Oregon, y pasó la mayor parte de su vida en California, en primer lugar en Los Ángeles, a continuación, en la bahía de San Francisco desde 1950. Tenía 94 años de edad.
Rubin fue un defensor permanente por la justicia social - una pasión que lo llevó a salir de la UCLA en su tercer año como estudiante de pre-medicina y dar de alta en la primera pelea importante contra el fascismo en Europa, la Guerra Civil Española, donde combatió con la Brigada Abraham Lincoln, un contingente de voluntarios estadounidenses. Su libro, la causa de España, publicado en 1997, describió su experiencia, primero como jefe de una compañía de ametralladoras, más tarde, después de un ataque de ictericia, como médico que conducía una ambulancia que atendía el triaje heridos.
Él llegó a casa de España en 1939, un veterano de cicatrices de batalla a 23, y volvió a la UCLA para terminar su licenciatura. Dos años más tarde, a raíz de Pearl Harbor, se enlistó en el ejército de Estados Unidos donde trabajó en el teatro del Pacífico, desde 1942 hasta 1945. Después de la guerra, fue aceptado en la Escuela de Salud Pública de UC Berkeley, donde obtuvo una maestría y luego se fue a trabajar para la Contra Costa Pub-lic Departamento de Salud.
En 1960, se convirtió en el dueño del restaurante Pot Luck en Berkeley que, con su enfoque innovador a la alimentación, el vino y el servicio, se convirtió en el principal restaurante de la Bahía del Este durante la década de 1960 y principios de 1970. Opinión de los críticos gastronómicos como una estrella de la cena Área de la Bahía, desarrolló una lista de vinos que llamó la atención de los amantes del vino y los críticos de todo el país. Él también era dueño de Cruchon, un sándwich de notables, ensalada y pastel restaurante cerca del campus de Berkeley. Su fueron los primeros restaurantes en el área de la bahía de integrarse plenamente por la raza y el género. Después de su retiro de la actividad de restauración a mediados de la década de 1970, se centró sus energías en escribir sobre la comida y el vino. Escribió "El Maestro del Vino", una columna semanal-lumna en la Crónica de San Francisco, durante 15 años, se desempeñó como Gerente General de Bon Appetit, Editor de Wine para Vintage Magazine, escribió muchos artículos acerca de la comida y el vino, y publicado en 2002 La Cocina Respuesta del Libro, una herramienta esencial para cualquier cocinero, que uno-contestadas común - y no tan comunes - puntos pendientes en la cocina.
Durante este tiempo, también se convirtió en un popular profesor invitado en varias escuelas de Berkeley ele-mentaria, enseñar a los niños sobre las maravillas de los alimentos y la necesidad, como él decía, a respetar sus cuerpos, poniendo alimentos saludables en ellos. En 1990, él y su esposa, Lillian, se mudó de su casa mucho tiempo en El Cerrito de San Francisco. Allí dio clases de cocina y la restauración en varias área de la bahía las escuelas secundarias públicas.
Hank Rubin era un hombre querido por todos los que lo conocieron por su integridad, su generosidad de espíritu, y su compromiso de por vida al servicio de la comunidad, a su profesión, y por lo menos no con su familia.
http://www.albavolunteer.org/2011/02/donations-in-hank-rubins-memory/
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Publicado por The Volunteer el 13 de Marzo, 2011, 17:48
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Comensalidad: rehacer la humanidad
Comensalidad significa comer y beber juntos alrededor de la misma
mesa. Esta es esta una de las referencias más ancestrales de la
familiaridad humana, pues en ella se hacen y se rehacen continuamente
las relaciones que sostienen la familia.
La mesa, antes que a un mueble, remite a una experiencia existencial y
a un rito. Es el lugar privilegiado de la familia, de la comunión y de
la hermandad. En ella se comparte el alimento y con él se comunica la
alegría de encontrarse, el bienestar sin disimulos, la comunión directa
que se traduce en los comentarios sin ceremonia de los hechos
cotidianos, en las opiniones sin censura de los acontecimientos de la
crónica local, nacional e internacional.
Los alimentos son algo más que cosas materiales. Son sacramentos
de encuentro y de comunión. El alimento es apreciado y es objeto de
comentarios. La mayor alegría de la madre o de quien cocina es notar la
satisfacción de los comensales.
Pero debemos reconocer que la
mesa es también lugar de tensiones y de conflictos familiares, donde
las cosas se discuten abiertamente, se explicitan las diferencias y
pueden establecerse acuerdos, donde existen también silencios
perturbadores que revelan todo un malestar colectivo.
La
cultura contemporánea ha modificado de tal forma la lógica del tiempo
cotidiano en función del trabajo y de la productividad que ha
debilitado la referencia simbólica de la mesa. Ésta ha quedado
reservada para los domingos o para los momentos especiales, de fiesta o
de aniversario, cuando los familiares y amigos se encuentran. Pero, por
regla general, ha dejado de ser el punto de convergencia permanente de
la familia. La mesa familiar ha sido sustituida lamentablemente por fast food, comida rápida que sólo hace posible la nutrición pero no la comensalidad.
La
comensalidad es tan central que está ligada a la propia esencia del ser
humano en cuanto humano. Hace siete millones de años habría comenzado
la separación lenta y progresiva entre los simios superiores y los
humanos, a partir de un ancestro común. La especificidad del ser humano
surgió de forma misteriosa y de difícil reconstrucción histórica. Sin
embargo, etnobiólogos y arqueólogos llaman nuestra atención sobre un
hecho singular: cuando nuestros antepasados antropoides salían a
recolectar frutos, semillas, caza y peces no comían individualmente lo
que conseguían reunir. Tomaban los alimentos y los llevaban al grupo. Y
ahí praticaban la comensalidad: distribuían los alimentos entre ellos y
los comían grupal y comunitariamente.
Por lo tanto, la
comensalidad, que supone la solidaridad y la cooperación de unos con
otros, permitió el primer salto de la animalidad en dirección a la
humanidad. Fue sólo un primerísimo paso, pero decisivo, porque le cupo
inaugurar la característica básica de la especie humana, diferente de
otras especies complejas (entre los chimpancés y nosotros hay solamente
un 1,6% de diferencia genética): la comensalidad, la solidaridad y la
cooperación en el acto de comer. Y esa pequeña diferencia hace toda una
diferencia.
Esa comensalidad que ayer nos hizo humanos,
continúa hoy haciéndonos de nuevo humanos siempre. Por eso, importa
reservar tiempos para la mesa en su sentido pleno de la comensalidad y
de la conversación libre y desinteresada. Ella es una de las fuentes
permanentes de renovación de la humanidad hoy globalmente anémica LQSomos. Leonardo Boff, Abril de 2008 Más artículos del autor
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Publicado por Leonardo Boff el 20 de Abril, 2008, 18:54
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XAPAKÓ
Y si vas por Barcelona, pasate por:
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Publicado por Calabacín el 4 de Enero, 2006, 21:41
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