La privatización del servicio favorece a una empresa vinculada al PP
valenciano que inclumple normas básicas de seguridad alimentaria.
La empresa valenciana Medicat, que comenzó el lunes pasado a servir
las comidas en Virgen del Camino, ha incumplido normas básicas de
seguridad alimentaria, según constatan trabajadores de Osasunbidea. El
descontrol al atender a pacientes con necesidades específicas ha
supuesto alteraciones en el tratamiento de enfermos. La empresa carece
de personal y probablemente no pueda suplir esta falta de recursos, ya
que debe ajustarse a un presupuesto recortado.
El arranque de la
privatización de las cocinas del Complejo Hospitalario de Navarra no ha
podido ser más polémico. Mediterránea de Cátering, una empresa vinculada
al PP valenciano, comenzó el lunes a hacerse cargo de las cocinas del
Hospital Virgen del Camino (el día 1 comenzarán en el Hospital de
Navarra y, el día 11, en la Clínica Ubarmin). En estos días, han
aflorado muchas críticas por el sabor de las comidas y por los retrasos.
Sin embargo, las incidencias que se han ido recogiendo apuntan a algo
más grave, a un riesgo sanitario para los pacientes de los hospitales.
La
plantilla extremadamente corta de Mediterránea de Cátering (Medicat) ha
cometido errores alarmantes. Desde el lunes, se han ido registrando
incidencias en los servicios de comidas que pueden calificarse como
graves y que evidencian que están tan desbordados que no pueden seguir
los sistemas de Control de Puntos Críticos (APPCC) mínimos exigibles
para dar de comer a enfermos. Los hechos que a continuación se relatan
han sido recogidos por el personal de Osasunbidea y, según ha podido
saber GARA, próximamente serán remitidos al Servicio de Medicina
Preventiva del Departamento de Salud.
Retrasos, descontrol e «higiene»
Uno
de los problemas más evidentes ha sido la incapacidad de llevar la
comida a su hora a los hospitalizados. La tardanza genera problemas
evidentes en el caso de los diabéticos (ha habido casos donde la comida y
la merienda han llegado casi a las misma hora). Lo más grave, sin
embargo, es que los retrasos han obligado a modificar los tratamientos
de forma generalizada. Muchos medicamentos son agresivos para el sistema
digestivo y, por ello, su administración está vinculada a la ingesta de
alimentos, de tal forma que, si la comida se retrasa, la toma de las
pastillas tampoco puede realizarse a la hora preceptiva. Ha habido de
casos de pacientes a los que la comida les ha llegado más de una hora y
media tarde.
Además, Medicat ha incumplido normas básicas de
higiene. En el desayuno del lunes, empleados recogieron alimentos y
cajas que se habían caído al suelo y, en el servicio de comidas de ese
día, algunos no usaron mascarillas. En otro servicio, trabajadores
manipularon los alimentos con ropa de calle, sin usar la vestimenta
adecuada. También se ha constatado que un encargado valenciano
(supuestamente, uno de los más expertos y traído por Medicat para
instruir a los nuevos contratados) manipuló los alimentos sin usar
guantes. Asimismo, han relatado que los platos «salen manchados» de las
cocinas.
Además de los retrasos y la falta de higiene, se está
generando un gran descontrol para llevar a cada paciente su menú
específico. Uno de los errores más llamativos es que se ha servido café a
niños. Y no se trata de un error aislado. Por ejemplo, el lunes «no se
distinguía por el color el puré de patata y el puré de patata y
zanahoria», reza una de las incidencias. Asimismo, en otra nota del
servicio de comidas del día 21 se afirma que «los carros no tienen
ningún indicativo ni señal de la planta a la que va destinado». En
consecuencia, ya no es solo que no se puedan preparar menús terapéuticos
para patologías específicas, sino que aunque se preparen, se corre el
riesgo de que no lleguen al paciente. Este extremo también se ha
producido en un servicio de cenas, donde 19 menús llegaron por error a
una planta y se quedaron en el carrito. De otra parte, también han
denunciado que no se introdujo en el ordenador «la composición de los
platos, por lo que las alergias no se pueden controlar». Conocidos estos
errores administrativos, tampoco es de extrañar que a un grupo de
diabéticos les llevaran plátanos para merendar.
La falta de recursos es la clave
El
problema que parece aflorar tras estas incidencias está en el poco
personal que Mediterránea de Cátering (Medicat) está empleando. Aunque
la empresa propiedad de un fondo de capital riesgo ha dispuesto unas
máquinas flamantes y modernas para distribuirá la comida en «línea de
frío», cuenta con muy pocos trabajadores. Según ha podido saber este
periódico, hay unos 34 empleados en las cocinas de Virgen del Camino,
trabajando a distintos turnos, por lo que rara (o ninguna) vez coinciden
todos.
Entre 34 personas deben servir comidas a unas 400
personas, en régimen de desayuno, merienda y cena. La comida se elabora
de lunes a viernes por la mañana y se ultracongela de forma inmediata.
Posteriormente se recalientan en los carros que los distribuyen. Los
alimentos de los fines de semana, por tanto, nunca se elaboran en el
día. Además, Medicat se vanagloria de su tecnología de frío, capaz de
conservar los alimentos cocinados hasta cinco días antes de servirlos.
Aunque
la mayoría de los menús (en torno al 60%) son de dieta denominada
«basal», común para todos, buena parte de los menús son muy concretos,
porque se adecúan a las necesidades de los pacientes. Es ahí donde
Medicat no da abasto.
Además de los basales, hay menús que son
diferentes por patologías relativamente comunes y conocidas: menús para
celíacos, para diabéticos, intolerantes a la lactosa, etc. Sin embargo,
al tratarse de un hospital, también hay menús que tienen que ser
absolutamente personalizados. Los ejemplos más claros de este tipo son
los menús de alérgicos o la gente que está enferma por problemas
concretos (como los quemados, cuya dieta debe contener alto contenido
proteínico para que la piel se regenere con mayor velocidad).
La
capacidad de Medicat de corregir la situación es limitada. Por ahora,
solo ha despedido a pinches a quienes culpa de los errores. Esta empresa
ganó un concurso ajustando los precios, por lo que su margen de ampliar
los recursos manteniendo su margen de beneficio puede resultar
insuficiente. A pesar de su tecnología, la empresa está desbordada
atendiendo a 400 pacientes, pero cuando asuma también Ubarmin y el
Hospital de Navarra, deberá de atender a 800. Medicat no tiene previsto
ampliar sus instalaciones.
Capacidad de reacción
Hasta
ahora, con un servicio de cocinas propio del hospital, la capacidad de
elaborar menús personalizados era muy alta. Hablando con fuentes
internas del Complejo Hospitalario, han explicado al periódico que
pacientes requerían que la comida les fuera pesada al gramo y que solo
trabajadoras especializadas ejecutaban esa labor. «Era un trabajo más de
secretaria que de cocinera, pues consistía en pesar y anotar todo»,
explican.
Las necesidades de los pacientes no han variado y
tampoco las peticiones. Osasunbidea tiene un servicio de nutricionistas
que es el que pauta qué alimentos se deben servir a cada paciente. Este
servicio hasta ahora resultaba ágil. Un paciente podía, en un primer
momento, tener pautado un menú básico, pero si su situación iba a peor y
se complicaba (por ejemplo, por una diarrea), existía margen para
reelaborar un menú más aconsejable.
Por lógica, un servicio más
barato no puede ofrecer un servicio igual. La privatización de las
cocinas es un recorte del gasto sanitario motivado por el hecho de que
Osasunbidea no tiene dinero suficiente para pagar una alimentación
hospitalaria como la que ya tenía y que, en 20 años, no registró una
sola intoxicación. Si Osasunbidea carece de ese dinero es porque UPN no
ha consignado fondos suficientes a la partida del Departamento de Salud
(donde se prevé un recorte del 6,3% en los presupuestos prorrogados de
2013).
En este punto, la situación es similar a la del Servicio
de Urgencias Rurales, cuyo desmantelamiento se paralizará a través de
una nueva ley (con los votos de PSN, Bildu, NaBai, I-E y Geroa Bai) que
derogará el decreto emitido por UPN. El problema es que, en este caso,
la privatización de las cocinas fue avalada por el PSN cuando gobernaba
junto a Yolanda Barcina. La «línea fría» es un avance, pero bajo control público
La
tecnología que utiliza Medicat sí supone un avance, a ojos de los
expertos. Uno de los nutricionistas más importantes de Osasunbidea, el
doctor Eugenio Oria, reclamó un servicio en línea fría, que es algo
habitual en los hospitales del Estado francés. Los argumentos de Oria
fueron empleados posteriormente por UPN para vender la entrada de
Medicat como un avance médico. Sin embargo, fue el propio Oria una de
las primeras voces autorizadas en desmarcarse de la privatización de las
cocinas para dejarlas en manos de una empresa privada. Según el
pensamiento de Oria, el control de los médicos sobre los alimentos de
los enfermos debe ser cada vez mayor y ampliar así el potencial de la
nutrición como método terapéutico en los hospitales.
Además, se
da la circunstancia de que Medicat es una empresa polémica. CCOO de
Murcia denunció los precios abusivos que esta empresa facturaba a
hospitales de esa comunidad, como bricks de leche a 4,6 euros o tés a
3,6. La alarma emitida por este sindicato, arropado por IU de Murcia,
fue más allá, alertando de que Medicat facturaba comidas que finalmente
no se servían. De otra parte, el sindicato LAB, denunció que en
Tutera, donde la cocina hospitalaria lleva tiempo privatizada, el
incremento de los precios de cada menú ha subido, año tras año, más que
el IPC, por lo que es un mal precedente.
Fuente: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20130127/384819/es/La-nueva-cocina-hospital-comete-errores-que-ponen-riesgo-salud/
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