Las
fiestas de Nochebuena y Año Nuevo son un momento importante desde el
punto de vista gastronómico en la cultura mediterránea, el calendario
campesino las marcaba como el momento de comer alimentos cosechados
meses antes. Unas costumbres que se han ido perdiendo a medida que se
introducían productos industriales de baja calidad y comidas exóticas
con un gran impacto ambiental y social. Ecologistas en Acción propone
recuperar tradiciones para comer más rico, sano y sostenible estas
navidades.
Las
navidades se definían culturalmente como las fechas límite para que
algunos productos vegetales aguantaran en las bodegas tras ser
cosechados. Así, los campesinos mediterráneos desarrollaron numerosas
variedades en función de su capacidad de soportar ese almacenamiento
tradicional. Por eso a algunas variedades se les llama localmente “uva
de Navidad”, “melón de Navidad”, “cardo de Navidad”.
Sin
embargo, estas variedades en muchos casos no son las que consumimos en
Navidad. Así, los melones y uvas que hoy llegan a nuestros platos han
pasado meses en cámaras de frío, perdiendo sus cualidades, o provienen
de lugares lejanos, como Sudamérica en el caso de una gran parte de las
uvas que comemos en Nochevieja.
Se
han introducido además nuevas modas que no resultan sostenibles. Por
ejemplo los frutos tropicales como el coco o la piña, que no se producen
en nuestro territorio y tienen un enorme impacto ambiental y social.
Esos productos tropicales han debido ser cosechados en verde y
transportados miles de kilómetros en potentes cámaras de frío. Su
calidad nunca será la óptima y además requieren un gasto muy importante
de energía: la cadena de frío y transporte internacional para el
comercio de alimentos es responsable de entre un 5 y un 7% de las
emisiones globales de gases de efectos invernadero.
Además,
muchas de las mejores tierras de los países de origen se destinan a
estos productos de lujo que consumimos en las fechas navideñas sin
pensar que por ello cientos de miles de familias campesinas han debido
desplazarse a otras tierras menos fértiles. Un fenómeno que viene
asociado a migraciones y hambrunas masivas que contemplamos en los
telediarios.
Las
fechas navideñas son, a su vez, un momento de excesos de todo tipo. Y
uno de los más importantes es en cuanto a la ingesta de carne. Aves,
cerdos y vacuno procedente de ganadería industrial son cebados con
alimentos similares a los granos que consumimos los humanos. La
producción de piensos entra de nuevo en competencia con la alimentación
humana. Los piensos, además, suelen estar basados en soja importada y
cultivada con agrotóxicos muy agresivos. Cerca del 90% de esta soja es
transgénica, causante de la deforestación masiva en el Amazonas y otros
lugares por su producción industrial.
Por
ello, es importante reducir el consumo de carne en Navidades, y en todo
caso buscar carne de rumiantes que pueden aprovechar la hierba y no
compiten con la alimentación humana: ternera, cabritos y corderos. Pero
debemos buscar carne de animales que han vivido, siquiera parte de su
vida, al aire libre; y que por lo tanto han aprovechado los pastos de
nuestras rastrojeras, sierras y dehesas. La ganadería extensiva no solo
protege nuestro paisaje, sino que fija población en el medio rural y
mantiene importantes tradiciones. Para asegurar su calidad y respeto por
el medio ambiente es importante fijarse en menciones de calidad como
denominaciones de origen o indicaciones geográficas protegidas.
La
Navidad es una muy buena ocasión para degustar excelentes platos
vegetales tradicionales, basados en productos locales y de temporada que
siempre tendrán una mayor calidad nutricional y mejor sabor que los
alimentos importados o congelados. Por ejemplo El “cardo de navidad”; la
lombarda con pasas o manzana; o la ensalada de escarola con granada.
También es un buen momento para degustar nuestras deliciosas hortalizas
de invierno, como los puerros, coliflores, repollos, etc.; o las frutas
de invierno como los cítricos, el caqui o los aguacates y uvas de
moscatel de nuestra costa tropical -Málaga, Granada y Almería. ¡Y mucho
mejor si son de cultivo ecológico!
Consumiendo
más vegetales podremos escaparnos de los dolores de estómago navideños,
y de la pesadez de las conversaciones con la barriga rebosante.
Consumiendo alimentos locales y de temporada comeremos alimentos mucho
más ricos, y tendremos unas Navidades más sostenibles ecológicamente y
más justas socialmente.
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