Desde hace un año el mundo se haya inmerso en una crisis alimentaria
debido al incremento en los precios de algunos alimentos. Los primeros
balances sociales consecuencia de este terremoto los dio a conocer el
Banco Mundial (BM) a mediados de febrero 2011, anunciando que durante
este año el número de hambrientos podría crecer en 75 millones[i]
hasta alcanzar un total de 1000 millones; complicándose de esta forma
el primero de los Objetivos del Milenio, que se compromete a reducir a
la mitad el porcentaje de personas hambrientas. El aumento también está
siendo una losa para las pobres economías familiares, que destinan entre
un 50 y un 80% del presupuesto a la compra de alimentos. Según un
informe reciente del BM, el incremento de los precios en los países
asiáticos ha oscilado el 10%, lo que podría empujar a 64 millones de
personas a la pobreza.[ii]
El presente no invita al optimismo porque según datos del último
‘Índice para los Precios de los Alimentos’-que calcula la Organizaciónde
las Naciones Unidas para la Agriculturay la Alimentación(FAO) editado
por la FAOen junio de 2011, avisa que “Los precios de los
productos básicos agrícolas se mantendrán presumiblemente altos y
volátiles durante el resto de este año y también en 2012”[iii]
La versión oficial es que existe un desequilibrio entre la oferta y
la demanda de alimentos, aunque todo depende de la lógica que se emplee
para diagnosticar la situación. Con los principios de la soberanía
alimentaria- el problema de la crisis de los precios tiene su origen en
‘manos visibles’ del mercado que alteran los precios, por tanto, las
soluciones deben encaminarse a frenar estos abusos. Para la ‘lógica del
mercado’ (un nuevo oxímoron), éste es un ente intocable que por dogma de
fe debe ser libre a cualquier precio y quién se tiene que amoldar es el
mundo entero.
Analizar lo que nos explican de la crisis alimentaria los medios de
comunicación al servicio de la agroindustria, nos permite, con nuestra
óptica descubrir y quitar el antifaz a varias ideas.
Ocho mitos de la crisis alimentaria
Mito 1: Existe un desequilibro entre la oferta y la demanda de alimentos.
La FAO publicó en junio la primera estimación sobre la cantidad de
cereales para el ciclo 2011-2012. Por primera vez en muchos meses la
producción será superior al consumo en tres millones de toneladas y
estamos ante una cosecha record, por tanto, ya no se puede hablar de
carencia de cereales. Pero es que incluso en los peores momentos durante
el último año las reservas existentes podían cubrir dicho déficit 10 y
11 veces.[iv]
Olivier de Schutter, relator de la ONUpara el derecho a la alimentación, sobre este punto dijo recientemente que «Se
ha prestado demasiada atención a intentar corregir la brecha entre
oferta y demanda en los mercados internacionales, -como si el hambre el
mundo fuese el resultado de la escasez física de alimentos a nivel
agregado-, mientras que se ha dejado casi completamente de lado dos
temas fundamentales: los desequilibrios de poder en los sistemas
alimentarios y la falta estrepitosa de apoyo que debe prestarse a los
pequeños campesinos para que sean ellos los verdaderos responsables de
alimentar a sus familias, a sus comunidades y a sí mismos».[v] A la vez el Parlamente Europeo mantuvo que «…en la actualidad el suministro total mundial de alimentos no es insuficiente (…)
son más bien la inaccesibilidad de los mismos y sus elevados precios
los factores que privan a muchas personas de la seguridad alimentaria».[vi]
Por tanto, si la crisis no surge de un desequilibrio entre la oferta y
la demanda, y si además se suma que durante años la situación fue peor,
pero los precios se mantuvieron equilibrados, entonces, indudablemente,
hay un factor que está distorsionando los precios, que se llama
especulación, que está incrustado en el mercado y que segúnla
Eurocámaraes el causante del 50% de los incrementos en los precios.
Mito 2: La población de China e India comen más y mejor.
Para 2010-2011, el volumen de cereales para consumo humano y piensos
rondará los 1820 millones de toneladas cuando se prevé una producción
global de 2216 millones, lo que generaría un superávit de 396 millones
de toneladas. Lo que no se dice es que para 2011 se desviarán 433
millones de toneladas para otros usos (agrocombustibles sobre todo) y
por tanto esos 396 millones de toneladas sobrantes desaparecerán
generándose un déficit de 37.[vii]
El aumento de la demanda de cereales para consumo humano ha sido
armónico durante los últimos años, mientras que para otros usos ha
crecido vertiginosamente. Sólo en USA, durante 2010, se destinó el 35%
de maíz al consumo nacional de bioetanol como agrocombustible. El dato
es importante porque dicha potencia cosecha el 40 % de la producción
mundial,[viii] lo que significa que sólo con datos de USA, el 14% del maíz mundial se dedicó a la alimentación de coches.
Mito 3: Los países exportadores e importadores han actuado irracionalmente.
Se ha criticado a los primeros porque limitaron sus exportaciones y a
los segundos porque importaron grandes partidas de alimentos, ambos con
el objetivo legítimo de garantizar el suministro para sus poblaciones.
Para algunos organismos y expertos este comportamiento ha sido
fuertemente cuestionado y señalado como irracional, porque ha
estrangulado más la ecuación entre oferta y demanda.
Con estos razonamientos se impone la ‘lógica del mercado’, que
presiona a exportadores e importadores para que no tomen medidas que
ellos creen importantes con el fin de garantizar su abastecimiento. Sin
embargo nadie se atreve a poner el dedo en la llaga especuladora que al
parecer puede actuar con total impunidad. El mundo debe amoldarse a las
leyes del mercado y no al revés.
Mito 4: Se trata de una crisis alimentaria mundial.
Los países que cultivan sus alimentos no tienen porque adquirirlos en
el mercado y por lo tanto no tienen que sucumbir a estos precios
internacionales inflados. El problema lo tienen los que han instaurado
el modelo agroexportador que fomenta los cultivos para la exportación
(sobre todo los exóticos y las materias primas) en detrimento de la
producción nacional de unos alimentos que ahora obligadamente tienen que
comprar. Olivier de Schutter lo dejaba entrever en una reciente
entrevista: “Los países africanos se han beneficiado de unas
cosechas en 2010 relativamente buenas y no afrontan un riesgo inmediato
(…) Los países que importan la mayor parte de la comida que necesitan
son más vulnerables. (…). Esta dependencia de los mercados
internacionales es muy peligrosa.”[ix]
Mito 5: Los agricultores salen ganando por el alza de los precios.
El principal problema que enfrenta la agricultura para la exportación
es que las diferentes fases de la cadena agroalimentaria (semillas,
insumos, intermediación, distribución, transformación, etc.) se
concentran cada vez en menos manos gracias a las políticas liberales.
Esta situación de oligopolio da fuerza a estos eslabones y en el caso de
la intermediación y la distribución, son éstas las que establecen los
precios de compra. En este sentido el Parlamento Europeo afirmó en una
Resolución de febrero pasado que «…el porcentaje de la renta de los
agricultores procedente de la cadena alimentaria ha disminuido
considerablemente, mientras que los beneficios de los transformadores y
los minoristas han experimentado un aumento constante…». De Schutter´, en la misma línea, sentenció que «Muchos
campesinos no pueden sin embargo beneficiarse de esta subida
vertiginosa de los precios debido a su marginalización política y su
falta de margen de negociación. Tampoco los sueldos de los agricultores
están subiendo en concordancia con el alza de los precios de los
alimentos básicos.»[x]
Mito 6: Hay que liberalizar más los mercados agrícolas.
Como se supone bajo la ‘lógica del mercado’ que hay una menor oferta de
alimentos, conviene por tanto eliminar obstáculos comerciales para que
éstos fluyan con mayor libertad y así calmar la demanda. Pero, la
liberalización de los mercados profundiza en un modelo agrario basado en
el comercio libre y en la exportación, en detrimento de uno que
garantice la seguridad y la soberanía alimentaria de los pueblos. Con la
agroexportación se fomenta entre las naciones el abandono de su auto
abastecimiento y la dependencia hacia el mercado con su voracidad,
perversidad y especulación incluidas. Por tanto, liberalizar los
mercados es incidir en un modelo agrario que genera hambre y
dependencia.
Mito 7: Hay que aumentar la inversión y la producción.
Este mito redunda una vez más en lo mismo: acrecentar la producción
para calmar el alza de precios. Dicho gráficamente, el lobo asaltó el
gallinero y por las ventanas se echan más gallinas para saciar su
voracidad. Pero, el problema, como se ha dicho, es de accesibilidad y no
de cantidad.
Además la producción y la inversión, per se, no son la panacea. Un
incremento de ambas puede ser positivo si el protagonista activo es el
pequeño agricultor y campesino, que genera alimentos dignamente para las
comunidades locales de una forma sostenible y accesible. Pero conforme
está montado el sistema agroexportador bajo el libertinaje comercial,
de nada sirve aumentar la inversión y la producción si después: a) la
tierra está en manos de terratenientes e inversores que no siembran
comida sino cultivos exóticos (café plátanos, etc.) y materias primas
para la exportación (algodón, soja para biodiesel, etc.); y b) no se
legisla para eliminar, sino que se mantienen, los engranajes que
permiten los atropellos ejercidos por los especuladores y las
transnacionales que controlan las semillas, insumos, comercialización,
transformación, precios de compra y venta, etc.
Mito 8: Hace falta una nueva revolución verde.
Una vez más, bajo la ‘lógica del mercado’, el aumento de la producción
se sitúa como solución a un problema que en el fondo es de
accesibilidad y justicia social. Apostar por una segunda ‘revolución
verde’ sería incidir en un modelo ecológicamente insostenible que ha
contaminado el medio ambiente y las personas. Los efectos negativos y
los fracasos de los cultivos transgénicos han sido documentados
ampliamente.
En diciembre, De Schutter publicó un informe en el que apostaba por
la agroecología como un modelo ambientalmente más sostenible y
socialmente más justo. Se detallaban experiencias de agricultores
ecológicos que lograron mejores producciones que los convencionales y se
afirmaba que «…la propagación de las prácticas agroecológicas puede
aumentar al mismo tiempo la productividad agrícola y la seguridad
alimentaria, mejorar los ingresos y los medios de sustento de la
población rural y contener e invertir la tendencia a la pérdida de
especies y la erosión genética.»[xi]
No hay peor ciego que aquel que no quiere ver, aunque tal vez alguien
esté cegado por los intereses mezquinos de los amos del mundo, a los
que poco les importa que millones de personas no tengan un bocado que
llevarse al estómago. La instauración de la “lógica del mercado” con sus
mitos y soluciones milagrosas, no hará otra cosa que agravar el
problema, perpetuar el monopolio, desactivar al campesinado y aumentar
el hambre en el mundo mientras unos pocos se lucran inescrupulosamente.
Vicent Boix (*).
http://www.elparquedelashamacas.org
[iii] FAO: “Los precios de los alimentos permanecen altos” Roma, 7 de junio de 2011.
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