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Junio del 2011
Sanidad recomienda a embarazadas y niños, no comer atún rojo, ni pez espada
Nada de espinacas
o acelgas en los purés de los bebés menores de un año. Consumo cero de pescados
como el atún rojo o el pez espada para mujeres embarazadas y niños menores de
tres años. ¿Esa costumbre de rociar con vino blanco el caparazón del centollo y
luego comerlo a cucharadas? Mejor no deleitarse con este manjar muy a menudo. La Agencia
Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha endurecido las
recomendaciones sobre el consumo de estos alimentos por su elevado contenido
en mercurio (grandes peces), cadmio (crustáceos) y nitratos (hortalizas). Joan
Llobet, Catedrático de Farmacia de la Universidad de Barcelona, califica las
recomendaciones de "razonables", aunque puedan generar
"alarma social" y sean "económicamente peligrosas".
La AESAN recomendaba hasta ahora
que las mujeres embarazadas y los niños menores de tres años no consumieran más
de 100 gramos
a la semana de pez espada o cazón, y no más de dos raciones de atún rojo. Las
grandes especies, situadas en lo alto de la cadena trófica del mar, acumulan en
sus tejidos grasos el mercurio que absorben de sus presas en su forma más
tóxica (metilmercurio). El metal, generado en gran medida por la actividad
industrial, es ingerido luego por el hombre, y puede provocar alteraciones
graves en el desarrollo neuronal del feto y de los niños de corta edad.
"La presencia del metal varía de un caladero a otro, y el Mediterráneo
está muy contaminado", dice Llobet. Las grandes especies suelen ser
migratorias, por lo que no se puede excluir del riesgo a las especies que
proceden de aguas menos contaminadas.
Presionada por el
sector pesquero para relajar los niveles máximos aceptables de mercurio, la AESAN decidió encargar a su
comité científico una reevaluación de los riesgos. "Concluyó que no solo
no había margen para la relajación, sino que la mayoría de niños y mujeres
rozan ya los límites aceptables de este tóxico", afirma Victorio Teruel,
jefe del área de gestión de riesgos químicos de la agencia. La AESAN recomienda ahora que
embarazadas y menores de tres años no consuman nada de pez espada, tiburón o
atún rojo, y que los niños de 3
a 12 años no superen los 50 gramos a la semana.
El componente
problemático en las hortalizas es el nitrato, un compuesto presente en la
tierra de forma natural y también por el uso intensivo de abonos. Las verduras
lo absorben, sobre todo las de hoja ancha, como las espinacas y las acelgas.
"Los nitratos en sí son poco tóxicos, pero el cuerpo humano los convierte
en nitritos, que pueden provocar cianosis (la enfermedad del bebé azul),
causada por falta de oxígeno en la sangre", explica Teruel. Una ingesta
excesiva puede ocasionar un cuadro agudo, con fatiga extrema y riesgo de
desmayo.
La AESAN, en base a unas
conclusiones de la Agencia
Europea de la Seguridad Alimentaria, ha decidido recomendar por primera
vez a los padres, como ya venían haciendo los pediatras, que no incluyan
espinacas ni acelgas en los purés de los bebés menores de un año y, en caso de
hacerlo, que no representen más de un 20% del total. "Además, no se debe
mantener a temperatura ambiente, ya que en estas condiciones pueden duplicar
la cantidad de nitrito". Por tanto, siempre en la nevera, explica
Fernando Pérez, pediatra del Hospital Severo Ochoa de Leganés. "La
cianosis es una enfermedad poco frecuente, pero el nitrato es también un
irritante gástrico", afirma Eduardo Rodríguez Farré, investigador del
CSIC en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona. "También
se ha vinculado con el cáncer", abunda el científico.
La agencia se ha
mostrado más relajada con los crustáceos, dado que su consumo es mucho menos
habitual. El cadmio, un metal pesado generado por la minería y la industria, se
encuentra en altas dosis en el marisco, que lo concentra en sus vísceras (en el
caso de gambas, cangrejos y crustáceos como el buey o el centollo estas se
sitúan en la cabeza). El metal se agarra al hígado y al riñón humanos y puede causar
disfunción renal. Dado que la carne de apéndices y abdomen no es peligrosa, la AESAN se ha limitado a
recomendar que no se abuse en el consumo de las cabezas.
La precaución con
estos alimentos que recomienda Sanidad puede tener una repercusión económica en
la producción agrícola de un país que ha sufrido pérdidas de 51 millones por la
crisis de la E.
coli. Por eso cabe aclarar que, además, no todas las acelgas y espinacas
son iguales. La exposición de la planta a la luz del sol favorece la
eliminación del nitrato, por lo que los vegetales cultivados al aire libre
contienen menores cantidades. Farré opina que la AESAN ha actuado de forma
correcta: "Se hace por precaución, no se puede poner en riesgo la salud de
la población".
*El País
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Publicado por ANTÍA CASTEDO. Diario "El País" el 30 de Junio, 2011, 18:23
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Pepinos, cerdos y enfermedades
El surgimiento de una nueva cepa letal de la
bacteria Escherichia coli (E. coli) en los alimentos en Europa pone de
manifiesto, nuevamente, el desastre sanitario en que nos ha metido el
sistema agroalimentario industrial. Lo tratan como accidente, pero en
realidad es algo cada vez más frecuente, porque es una consecuencia
sistémica. Era lo esperable, al igual que el surgimiento de la gripe
porcina y la gripe aviar.
Las autoridades sanitarias del gobierno alemán,
donde primero se identificó el brote, acusaron como causantes de
contaminación a los pepinos orgánicos españoles. Lo tuvieron que
rectificar porque era falso, pero ya habían causando grandes pérdidas.
Acusan también a tomates y lechugas, se especula con leche, carnes y
agua embotellada. Según el Instituto Robert Koch de Alemania, se trata
de una cepa desconocida, producto de recombinación de otras, que dio la
nueva E. coli enterohemorrágica O104:H4. Al principio sospechaban de la
E.coli O157:H7, la que se encontró en carne molida de grandes empresas
como Cargill y que en 2008 motivó el retiro de 64 millones de toneladas
de carne de Estados Unidos y miles de afectados.
En este caso dicen no saber de dónde salió ni cuánto va a durar, pero
se ha extendido a varios países europeos y ha causado 18 muertes y más
de 2000 internaciones que pueden tener consecuencias graves. Se podría
agregar una larga lista de accidentes graves del sistema alimentario
industrial (carnes contaminadas, melamina, dioxinas, aditivos y envases
de plástico tóxicos, adulteraciones). Lo cierto es que gracias a la
industria agroalimentaria controlada por una veintena de trasnacionales
globales, la comida pasó de ser necesidad, placer y cultura, a
convertirse en una permanente amenaza a la salud.
En el caso de las bacterias E.coli, de las que hay muchas diferentes
cepas, éstas son usadas y manipuladas en forma intensiva y masiva por la
industria, por lo que están favoreciendo todo el tiempo la creación de
nuevas cepas. Por ejemplo, son un elemento importante en la construcción
de transgénicos (agro-alimentarios, farmacéuticos y veterinarios), son
el vector de fermentación de la biología sintética (manipulando con
genes artificiales bacterias E. coli y levaduras, por que son rápidas y
fáciles de usar), son el vector para fabricar hormonas transgénicas
(hormona de crecimiento bovino) para que las vacas produzcan absurdas
cantidades de leche que las enferman y nos enferman. En la mayoría de
los casos, para probar si la transgenia fue exitosa, les aplican
antibióticos, por lo que además de la transferencia horizontal de
material genético entre diferentes bacterias (que de por sí promueven
los transgénicos), aumentan también la resistencia a antibióticos.
Como las E.coli están presentes en todas partes pero aumentan con
ciertas condiciones (almacenamiento, transporte, temperaturas, etc) , en
las grandes instalaciones se las combate con bactericidas lo cual
promueve aún más mutación y resistencia.
La presencia de bacterias y virus, normales o por falta de higiene y
otras condiciones, puede suceder tanto en pequeñas producciones locales,
como en grandes. Pero en las pequeñas y descentralizadas, sea desde la
cría animal a los cultivos, intercambio y procesamiento de alimentos,
mercados locales, queda focalizada o diluida entre muchas otras fuentes
de diversidad animal y vegetal.
Es justamente el carácter masivo y uniforme de los cultivos y
animales que los hace más vulnerables, al tiempo que los ataques
continuos con químicos que todo el tiempo crean más resistencia,
agregado a largos transportes y diversos empaques que exigen los grandes
supermercados, lo que converge para crear las cepas más peligrosas. Ya
en la espiral destructiva, para controlar todo esta debacle de
enfermedad que crean –las que se destapan y las muchas sobre las que no
toman estadísticas– aplican más químicos como conservadores, aplican
irradiaciación de alimentos y empaques con nanotecnología para que los
alimentos parezcan frescos; aunque sean nocivos.
Igual que con la gripe porcina, no es verdad que las autoridades no
sepan de dónde salió la nueva cepa. Incluso, desde ya, les podemos decir
de dónde vendrán muchas de las próximas bacterias y virus patógenos.
El verdadero origen del desastre es que el sistema agroalimentario
haya sido secuestrado por las trasnacionales y que para que ganen más,
nuestra comida sea transgénica, nos haga obesos, tenga menos nutrientes y
esté llena de venenos, sean químicos o nanotecnológicos. Tan brutal ha
sido el secuestro en los mercados, que en lugar de tener que advertir
los que tienen tóxicos, se etiqueta –con alto costo para productor y
consumidor– los productos orgánicos, los que no tienen tóxicos. Y de
pasada, afirman que son el origen de cepas patógenas.
Consecuentemente, el control de la inocuidad alimentaria se ha
transformado en una máquina comercial que lejos de favorecer la salud
pública y prevenir enfermedades, es un sistema selectivo de privilegios
para las grandes empresas, para desplazar e impedir la producción y
consumo de productos campesinos, de pequeños productores y de muchos
países del Sur. (Recomiendo ver informe de Grain, Food Safety for Whom:
Corporate Wealth vs. Peoples’s Health www.grain.org)
Pese a todo eso, 70 por ciento del planeta aún se alimenta de la
producción campesina, comunitaria, familiar. Por la salud de todos y la
del planeta, es lo que tenemos que rescatar y apoyar, contra la
voracidad homicida de las trasnacionales.
Grupo ETC
Fuente: CGT Rojo y Negro
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Publicado por Silvia Ribeiro el 13 de Junio, 2011, 16:21
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Europa siembra el hambre
Europa podría sufrir hambre en el futuro a menos
que cambie sus políticas agrícolas y convierta a los productores en los
protagonistas de las investigaciones en el sector, alertó un nuevo informe.
Según el estudio, hay poca esperanza de que el
continente logre su meta anunciada de frenar la pérdida de biodiversidad en
diez años si no introduce esos cambios.
Francia, por ejemplo, sufre una se-vera sequía,
pero las leyes europeas sobre semillas impiden a los agricultores de ese país
que utilicen una mayor variedad de estas, lo que podría ayudar, ejemplificó
Michel Pimbert, del Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo
(IIED, por sus siglas en inglés), con sede en Londres.
"Nuestras leyes sobre semillas establecen la uniformidad. Francia
solamente puede usar semillas aprobadas, y las nuevas variedades necesitan
mucha agua", dijo Pimbert, autor del estudio.
"La libertad de los productores para elegir
las semillas, desarrollar variedades mejoradas de cosechas y tener una
agricultura con rica biodiversidad será fundamental para la respuesta de Europa
al cambio climático", subrayó.
"Las políticas agrícolas de Europa nos
impiden adaptarnos al cambio climático. También son malas para la
biodiversidad, ya que obligan a los agricultores a utilizar una cada vez más
estrecha gama de semillas y razas de animales", afirmó.
Los productores se ven atados de manos por leyes
que obligan la uniformidad y protegen las patentes.
Bajo las normas de propiedad intelectual, los
productores deben pagar por usar genes y tecnologías patentadas, en su mayoría
propiedad de grandes corporaciones.
Los científicos se encuentran en la misma trampa y
no pueden utilizar la amplia gama de diversidad de semillas, dijo Pimbert.
El resultado es una drástica reducción de la
diversidad genética, alerta el informe Oportunidades para las Semillas en la
Agricultura, divulgado a comienzos de este mes.
El estudio se basa en los hallazgos del proyecto
del mismo nombre financiado por la Unión Europea (UE), y en el que colaboran
institutos de investigación públicos, redes de campesinos y asociaciones de
productores orgánicos de seis países del bloque.
Expertos coinciden en que la diversidad brinda
mayor capacidad de resistencia a un sistema de producción de alimentos que será
duramente afectado por el recalentamiento planetario.
Por ejemplo, una diversa combinación de plantas,
árboles y animales duplicó la cantidad de tierras cultivadas en 20 países de
África subsahariana en los últimos diez años, según un informe de Olivier De
Schutter, relator especial de la Organización de las Naciones Unidas sobre el
derecho a la alimentación.
De Schutter llama a esta forma de producción
"agroecología". No solo logra mayores resultados con menos costo,
sino que también mejora la salud del suelo y reduce drásticamente la llamada
huella de carbono, que mide la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos
a la atmósfera por personas, productos o empresas.
El actual sistema de producción mundial de
alimentos "amenaza con matarnos a todos", escribió el biólogo Colin
Tudge, en el prefacio del estudio. "El tipo de agricultura que hace más
dinero en el más corto tiempo va totalmente en contra del tipo de agricultura
que puede alimentarnos, y que podría seguir alimentándonos", escribió
Tudge.
La agroecología funciona de la misma manera que la
naturaleza, con una amplia variedad de elementos que actúan sinérgicamente. Hay
enorme evidencia demostrando que esos métodos producen más alimentos y son más
sostenibles, afirmó.
La Política Agrícola Común (PAC) de la UE es un
éxito pero solo en hacer dinero para las corporaciones y en la producción de
grandes cantidades de alimentos a un costo de enormes emisiones de carbono,
contaminación, degradación de las tierras y reducción del número de
agricultores, señaló Pimbert.
La edad promedio de un productor agrícola en Gran
Bretaña es de más de 60 años. "Hay solo un puñado de agricultores en
Europa occidental. Han sido reemplazados por máquinas y por capital",
indicó.
La política agrícola común es un sistema de
subsidios y programas para el sector que debe ser reformado en el 2013.
Actualmente se basa en principios neoliberales que han fracasado, señaló Carlo
Petrini, presidente de la organización Slow Food International.
"Cada comunidad debe tener el derecho a
elegir lo que produce sin influencias externas dictadas por los mercados
internacionales", afirmó.
Fortalecer el apoyo a los productores locales debe
ser parte de la nueva PAC,
dijo por su parte el agricultor y activista francés José Bové, presidente del
Comité sobre Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo.
"Si las comunidades rurales no tienen la
posibilidad de decidir su destino, entonces la situación no puede
mejorar", señaló en una declaración.
La nueva política agraria debe dejar de
concentrarse en los monocultivos y adoptar un enfoque agroecológico para
salvaguardar la biodiversidad de la que dependen los suministros alimenticios,
sostuvo Pimbert.
"En la actualidad, Europa no está preparada
para afrontar el cambio climático", concluyó Pimbert.
* Publicado en IPS
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Publicado por Stephen Leahy el 8 de Junio, 2011, 19:50
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