“Si controlas el petróleo controlas las
naciones, si controlas los alimentos controlas los pueblos” Henry
Kissinger, Premio Nobel para la Paz en 1973
En la
compleja dominación del Imperialismo Norteamericano hay actividades
productivas en las que las corporaciones multinacionales que le
representan han producido verdaderos desastres humanos y ambientales,
no sólo en muchos pueblos del mundo sino en los Estados Unidos mismos.
Posterior
a la Segunda Guerra Mundial, el Imperialismo Norteamericano quedó en
posición ventajosa para incrementar la explotación del resto del mundo.
Sus corporaciones mineras, petroleras, manufactureras, financieras y
bananeras, salieron en busca de fortuna con todo lo que tenían a su
disposición, incluyendo la ciencia, tecnología, propaganda ideológica,
extorsión y fuerza militar. Se consolidó así una dominación económica
controlada por una pequeña élite que proclamaba a todas voces el “siglo
americano”. Una de las industrias más rentables, que se presentó como
solución al problema del hambre en el mundo, fué la industria de los
agronegocios. En su presentación como “beneficiaria de la humanidad” y
contribuyendo al “desarrollo”, los agronegocios esconden las
actividades más siniestras, màs peligrosas para la humanidad toda.
Semillas de Destrucción
En
su libro, “Seeds of Destruction The Hidden Agenda of Genetic
Manipulation” (Semillas de destrucción. La agenda escondida de la
manipulación genética, editado por Global Research, Center for Research
on Globalization, de Montreal, Canadá), E. William Engdahl detalla el
desarrollo de lo que comenzara en los años 30 del siglo 20 como la
estrategia de una élite corporativa para controlar la seguridad
alimenticia del mundo, el presente y el futuro de la vida sobre el
planeta, en una dimensión nunca antes imaginada.
Engdahl
muestra importantes conexiones que existen dentro de la industria de
producción de alimentos, industria que se ha convertido en un monopolio
mundial, y es la segunda industria más rentable de los Estados Unidos
-después de la industria farmaceútica. Este gran negocio americano
comienza, con una iniciativa para mayor enriquecimiento y poder, en la
Fundación Rockefeller de Nueva York. Esta iniciativa ha involucrado a
varios centros científicos de importantes universidades
norteamericanas, incluídas Princeton, Standford, Harvard y ha contado
con el apoyo del gobierno americano de turno y de algunas de sus
instituciones más importantes.
Las corporaciones que producen y
comercializan las semillas, los granos y los productos químicos usados
en la siembra, son parte de este círculo que incluye no sólo a
empresarios de la tierra y autoridades de gobierno americano sino
también a varios presidentes de paìses del Tercer Mundo.
El
fundador de la Standard Oil, John D. Rockefeller, en 1913 recibió una
recomendación para establecer una fundación con su nombre, como forma
de evadir el pago de impuestos. Y fundó entonces la Rockefeller
Foundation establecida, supuestamente, con la misión de “promover el
bienestar de la humanidad a través del mundo.”
Pero uno de los
primeros focos de la Fundación, fue encontrar formas de disminuir en el
mundo las por ellos catalogadas “razas inferiores.” fue con este fin
que la Fundación Rockefeller hace contribuciones financieras al Social
Science Research Council, en 1923, financiando investigaciones
destinadas a desarrollar técnicas de control de la natalidad a ser
aplicadas luego para controlar la reproducción de “indeseables.” En
1936, la Fundación crea y financia la primera oficina de investigación
poblacional, en Princeton University, con fines similares de control
poblacional.
Entre los primeros proyectos filantrópicos de la
Fundación Rockefeller aparece la financiación de la American Eugenic
Society. “Eugenics” fue una seudo ciencia; la palabra fue inventada en
Inglaterra en 1883 por el primo de Charles Darwin, Francis Galton quien
aplicó la teoría de Malthus al reino vegetal y animal en conexión al
trabajo de Darwin, EL Origen de las Especies. En los años 20 estos
estudios de Galton sirvieron como argumento ideológico para que
Rockefeller, Carnegie y otros ricos americanos usaran el concepto de
“Darwinismo social” para justificar sus fortunas: era prueba de que
ellos representaban un subgrupo “superior” de la especie humana, uno
que dominaba por esta razón a otros humanos menos afortunados.
Vale
señalar que el presidente de la prestigiosa Stanford University
(California), David Starr Jordan, afirmaba en 1902 en su libro “Blood
of a Nation” que la pobreza era resultado de la herencia genética,
tanto como el talento -la educación (o las oportunidades) no
influenciaban demasiado.
La Raza Superior y
La Revolución Verde...
Muchos
hoy ignoran que la idea de una raza superior nórdica, esa fantasía de
pesadilla de la Alemania Nazi, tuvo raíces en los Estados Unidos. Entre
1922 y 1926, la Fundación Rockefeller donó dinero através de su oficina
en París para el estudio de “eugenics” y ayudó a crear el Kaiser
Wilhelm Institute para la Siquiatría en Berlin (KWG), instituto base de
la idea nazi de la raza superior. En años posteriores, Ernst Rudin, el
arquitecto del programa de “eugenics” de Adolf Hitler, crearía la ley
nazi de esterilización explicada como un “modelo americano” y adoptada
en Alemania en 1933. Fue esta la ley que obligó a 400.000 alemanes
afectados por la manía depresiva y la esquizofrenia a esterilizarse. Y
por esta ley miles de niños alemanes con incapacidades variadas fueron
simplementes “eliminados”. La Fundación Rockefeller financió al
instituto KWG incluso dentro del Tercer Reich y hasta 1939.
Engdahl
explica como, posterior a la segunda guerra mundial, las élites de
Estados Unidos se disponen a conquistar todas las áreas económicas del
mundo (o la Grand Area), que consistía en la mayor parte del mundo
excepto lo que era la esfera de la Unión Soviética. Una de las áreas
económicas importantes era la producción de alimentos.
Nelson
Rockefeller funda la IBEC (International Basic Economic Corporation)
que luego se uniría con Cargill, otro gigante del rubro -para
desarrollar híbridos con variedades de semilla de maíz. Estas semillas
de maíz se cultivaron inicialmente en Brasil, quien se convirtió en el
tercer productor de maíz del mundo -después de los Estados unidos y
China. En Brasil se comienza a mezclar el maíz con la soja como
alimento de animales, lo que facilita la proliferación de la soja
geneticamente modificada, que comienza a ser común en el mercado para
fines de los 90.
Esta llamada “Revolución Verde” fue un
proyecto Rockefeller que comenzó en México y se expande por casi toda
Latinoamérica y luego Asia, en especial a India, como estrategia para
controlar la producción de alimentos fundamentales en paises claves del
Tercer Mundo -siempre en el nombre de la eficiencia del supuesto
“mercado de libre empresa” y en contra de la tambien supuesta
“ineficiencia comunista”.
En 1960 la Fundación Rockefeller y la
Fundación Ford crean juntas el International Rice Research Institute en
Los Baños, Filipinas, con el fin de controlar ahora la producción de
arroz. En 1972 estas mismas fundaciones crean centros de
investigaciones de la agricultura tropical en Nigeria con fines
similares de control.
Através de la Revolución Verde las
Fundaciones Rockefeller y Ford trabajan mano a mano con la USAID y la
CIA en objetivos específicos en el mundo. Incluyen también al Banco
Mundial, que otorga créditos a proyectos de represas de agua y sistemas
de irrigación que ellos requieren para facilitar y expandir sus
negocios.
Los Rockefeller
La familia Rockefeller
expandió sus negocios con el petróleo y la agricultura en paises del
Tercer Mundo gracias a su Revolución Verde. Financiaron también varios
proyectos poco mencionados en la Universidad de Harvard -proyectos que
formarían la infraestructura de la produción de alimentos bajo el
control central de unas pocas corporaciones privadas. Sus creadores
bautizaron esta entera área como “agronegocios” para diferenciarse del
tradicional cultivo sostenido por campesinos que es milenario, el nuevo
nombre era necesario. Nadie en su sano juicio hubiese aceptado que una
corporación se declarase dueña, o patentara, la agricultura o la
domesticación de plantas que está con nosotros por milenios.
En
1985 la Fundación Rockefeller inicia el estudio a gran escala de la
ingeniería genética de las plantas para el uso comercial, proveyendo
cientos de millones de dólares a centros científicos y “creando” lo que
serían las plantas genéticamente modificadas a través de una aplicación
de técnicas nuevas producto de la biología molecular a la flora
alimenticia del planeta. El arroz fue la primera planta modificada -con
dudosa ventaja para el arroz y un número de crecientemente concientes
desventajas para el consumidor.
Para fines de los 80 toda una
red de científicos entrenados en plantas geneticamente modificadas
(Genetic Modified Organisms, GMO o transgénicos) existía. El proyecto
necesitaba de un lugar seguro donde implementarse. Ese lugar fue
Argentina bajo la presidencia de Carlos Menem. Menen tenía fuertes
vínculos con Rockefeller y con su banco, el Chase Manhattan. Las
tierras agrícolas argentinas sirvieron de “conejillo de indias” de la
llamada Segunda Revolución Verde que involucra a la soja y el quimico
glisofato. Argentina fue el lugar experimental de una agricultura
totalmente dependiente de semillas transgénicas y quimicos provistos
por la misma compañia: Monsanto.
En espacio de ocho años, para
el 2004, se habían plantado más de 65 millones de hectáreas a lo ancho
del mundo con granos geneticamente modificados, el 25% de la tierra
cultivable del mundo. La mayor parte de estos granos se plantaron en
Estados Unidos para aumentar la confianza del resto del mundo en los
transgénicos, pero también porque los gobiernos norteamericanos de
turno eran completamente favorables a los agronegocios. Argentina era
el segundo país productor de granos transgénicos, con más de 17
millones de hectáreas cultivadas. Para el 2005 se levanta la
prohibición a los transgénicos en Brasil, Canadá, South Africa y China.
Todos estos países tienen un significante programa de granos
transgénicos.
Europa resistió más, pero en lo que fue Europa
del Este la presión corporativa dio resultado y los suelos ricos de
Rumania, Bulgaría y Polonia, que tenían regulaciones pobres, fueron
campo fértil para los transgénicos. Indonesia, Filipinas, India,
Colombia, Honduras y España tienen hoy cultivos transgénicos también.
El
caso de Argentina es de notar porque ha sido único, ningún país
autosuficiente en alimentos como Argentina hubiese aceptado convertirse
en país monocultivador de soja para la exportación en nombre del
progreso. Argentina ha sido un peón de los Rockefeller, Monsanto y
Cargill Inc. Y para 1991 sirvió de laboratorio secreto de experimentos
con granos transgénicos al punto que la administración Menem creó una
Comisión de Consejería sobre Biotecnología, completamente seudo
científica, que se reunía en secreto y estaba formada por miembros que
venían directamente de Monsanto, Syngenta, Dow AgroSciences y otras
corporaciones del agronegocio.
Monsanto y Cargill
Monsanto,
funciona como un nuevo conquistador vende la semilla de soja resistente
al glifosato y el glifosato, y exige no sólo un precio por licencia
tecnológica sino que no la semilla comprada no se vuelva a usar al año
siguiente sin pagar derechos de patente. Se trata de una nueva
servidumbre en la agricultura. Cuando Argentina se niega a pagar los
derechos de patente, Monsanto expande su semilla ilegalmente hacia
otros países (Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay) contaminándolos y
luego los acusa de usar su semilla sin pagar patente. Finalmente,
Argentina acepta en el 2004 pagar un 1% de las ventas de grano a los
exportadores, Cargill -otro agresivo conquistador aliado de Monsanto.
Es un chantage.
Engdahl detalla también como el imperialismo
norteamericano le ha impuesto a Iraq (aparte de destrozarlo con
bombas), una terapia de “shock” económico que incluye la imposición de
un sistema agrícola dominado por los agronegocios de transgénicos.
Siendo que Iraq es parte de la Mesopotamia, donde se domesticaron los
granos, y que el cultivo ha existido allí por más de 8000 mil años con
rica variedad de semillas de trigo que hoy el mundo entero usa sin
pagar, la ironía es enorme. Muchas semillas naturales de Iraq eran
guardadas en un banco de semillas en Abu Ghraib, la ciudad de las
torturas. Este banco fue completamente destruido por bombardeos
americanos quizás con intención. Fue pura buena fortuna que el gobierno
Iraquí anterior a la invasión haya enviado sus semillas a Siria, donde
están hoy almacenadas y a salvo de la destrucción americana.
El
agronegocio estadounidense se ha convertido en una estrategia de
dominación del mundo, usando su podería de tres y más décadas para
destruir cualquier barrera existente al avance de sus monopolios
-terminando con regulaciones sanitarias y de seguridad en la
agricultura, o usando la Organización Mundial del Comercio (WTO -World
Trade Org.) para controlar la agricultura mundial.
Los cultivos
han sido generalmente parte del mercado local y base de la existencia
humana. Monsanto, DuPont, Dow Chemical y otras gigantes corporaciones
de la química y la agricultura han usado el poder político y militar
americano para, controlando patentes de semillas, controlar el cultivo
de alimentos del mundo. El proyecto va más alla de las semillas e
incluye muchos alimentos, leche, cerdos y más.
Engdahl produjo
un documento que ayuda a entender esta área de dominación imperial -
que se une a otras como el control de las tierras ricas y de las
reservas de agua en una estrategia bien planeada por los más ricos del
imperio. Si vemos millonarios adquirir extensiones de tierras fértiles
y bosques en el Tercer Mundo con la excusa de “proteger el ecosistema”
debemos pensar que su fin es controlar. Esta crisis puede crear un
espacio que posibilite a los pueblos a alzar su voz en reclamo de su
derecho inalienable a cultivar y distribuir sus alimentos enfrentando
estos pulpos que quieren esclavizar a la humanidad.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=83502
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