La Asociación para la Defensa contra la Anorexia y la Bulimia imparte por los institutos un taller sobre las enfermedades de la conducta alimentaria en el que incide especialmente en la influencia social
Más del ochenta por ciento de las modelos que desfilan hoy por una pasarela presentan unos índices de masa corporal semejantes a los de un cuadro de anorexia nerviosa. Si representaran a la sociedad española, por ejemplo, habría más de 32 millones de personas con esta patología. Los cánones están pues, equivocados, del mismo modo que lo está la representatividad social.
Así podría resumirse uno de los mensajes que las psicólogas María Dolores Pérez y Susana Castro dieron a los alumnos de tercero de Educación Secundaria del Instituto Blas Infante. Ambas pertenecen a la Asociación para la Defensa contra la Anorexia y la Bulimia (ADAB) y afirman que, mucho de lo que cuentan, y sobre todo la manera en la que lo hacen, la han aprendido "escuchando las historias que han llegado hasta nosotros a través de la asociación" comentan.
Junto a ellas, una nutricionista del centro se encargará de impartirles un taller informativo para acercar estas realidades a los más jóvenes, "aunque ellos, realmente, apuntan muy fino", aclara una de ellas. La edad elegida para impartir estos conocimientos –chicos de tercero de ESO– tampoco es casualidad porque el principal grupo de riesgo está comprendido entre los 12 y los 18 años. Ésta es precisamente otra de las explicaciones que les han dado, una especie de perfil en el que cada vez las diferencias entre sexo son menores, aunque todavía destacadas con unas diferencias de un caso masculino de cada diez. La baja autoestima es otra de los principales características personales y antes, la clase social también era definitoria, "porque normalmente era alta, pero la televisión y las tecnologías están en todos lados, realmente todos estamos en el mundo", afirman.
Porque precisamente la presión social es otro de los principales condicionantes en el desarrollo de estas enfermedades, "no es tan importante ser gordo o delgado como que cada uno se acepte a sí mismo tal como es", apuntan. Para medir este grado de autoestima, las psicólogas están elaborando un cuestionario acerca de la satisfacción corporal, que presentarán en verano una vez analicen los resultados. Por el momento, no han querido corregir ninguno, "para no influenciarnos en nuestras explicaciones", comentan. En este test, los alumnos deben puntuarse numéricamente diversas partes de su cuerpo con el objetivo de saber cómo se consideran a sí mismos.
Mucha de esta opinión se forma a través de los ojos de la sociedad, una sociedad que tiene su máxima expresión en los medios de comunicación y la imagen que ellos transmiten. Así lo demostraron ambas psicólogas con la oposición de imágenes de anuncios en los que se mostraban modelos mujeres extremadamente delgadas y hombres demasiado musculosos, ambos fruto de la cultura del culto al cuerpo. Tan sólo un anuncio de la marca de jabones Dove enseña lo que llaman "mujeres reales", aunque tal como explicaba una de las psicólogas, "tienen cara de simpáticas e incluso de un poco tontas, nada de personas sensuales ni atractivas, como si ellas no pudieran serlo por tener unos kilos de más", explican.
Porque conciencia crítica, "en cualquier circunstancia, incluso en las mejores" es la principal enseñanza que las psicólogas quieren inculcar a los alumnos. Para demostrar esta influencia, durante el taller se realizó una segunda prueba en la que hay que atribuir cualidades a gordos y delgados. Comprobaron que, efectivamente, el producto que se "vende" en la actualidad atribuye valores negativos como la pereza a las personas con más peso del habitual.
Más Información en ADAB
http://www.redasociativa.org/portal/modules.php?name=News&file=article&sid=1476